La "Calle Principal" de Veracruz por muchos años, se podría decir que por todos hasta
la década de los 80’s, fue el lugar de paseo, recreo, comercialización y
diversión de los Veracruzanos en todas sus clase sociales. Sus banquetas
formadas por pequeños mosaicos de colores se conservaron a lado de la vía del tranvía, los comercios,
tenían una gran afluencia eran múltiples y abarcaban todo tipo de productos y servicios
con excepción de los productos frescos.
El
recorrido de La Principal, hoy en día llamada Independencia, y de sus calles aledañas era casi obligatorio para el
fin de semana los vehículos y los transeúntes realizaban sus operaciones o
simplemente paseaban en ella había centros comerciales distintivos de Veracruz
como la Galatea, la Central Bonetera, Almacenes García, la Estrella, Zapatería
Huerta, Zapatería Canadá, Zapatería Ramón, Zapatería Andrés y tiendas
deportivas como El Tigre Deportes y La Gran Sociedad. Vital era para las
señoras la perfumería La Mariposa, así como la Mexicana de Telas y Telas de México.
Por supuesto no podía faltar el Gran Café de la Parroquia, donde resultaba
imperdonable no pedir un lechero con su canilla, en el que concurrían los
políticos, los vendedores de billetes, los boleros, las familias, los turistas
y los demás veracruzanos, por si fuera poco en Independencia estaba La
Catedral, el Zócalo donde las mujeres regularmente daban la vuelta en sentido
opuesto a las manecillas del reloj y los hombres al contrario para poder
encontrar sus miradas frente a frente y en la noche dando prioridad a el baile
cubano que llego para quedarse se efectúa el danzón hasta nuestro tiempo, el
Palacio Municipal y el Gran Hotel Diligencias, se hospedaban los políticos para
los eventos de festividades relativos a nuestro calendario nacional, artistas
también visitaban con regularidad este hotel, más que los turistas comunes y
corrientes.
Aunque no en la misma calle pero como vía obligatoria para llegar a
ellos estaban los denominados Portales de Veracruz sumamente concurridos por
turistas nacionales y extranjeros y propios parroquianos de la localidad.
Dentro de un concepto un poco mas moderno se fijaba en la calle el Hotel
Veracruz y era también motivo de la esquina de los cuatro bancos Bancomer,
Banamex, Serfin y el banco General de Aceptaciones.
Más adelante encontrábamos
agencias aduanales y marítimas, para finalizar en Montesinos remataba con dos
cantinas, una muy famosa, La Victoria.
La
principal, como fue denominada originalmente la Calle Independencia, vio en los
80’s decaer su importancia ante el desarrollo de la zona sur de Veracruz.
Las
familias veracruzanas ya no visitan esta calle para pasear el fin de semana,
sus aceras, sus tiendas, sus cafés, son mayormente frecuentados por
trabajadores que por personas que buscan pasar un buen rato, ante la modernidad
el declive que vivió esta calle sólo puede ser rescatado única y exclusivamente
por los veracruzanos.
Entrevista y Anecdotario
Para esta entrada de Chroma Urbano, entrevistamos a las personas que vivieron "La Principal" y también aquellos que siguen viviéndola, como:
Raymundo Márquez Sánchez
Dueño de un puesto de revistas localizado sobre Independencia, quién diariamente atiende el puesto de revista que existe desde hace 90 años, responde una entrevista sobre la vida en la calle Independencia.
Hector García de Dios
Empleado de la Joyería los Dos Hermanos con 50 años en el negocio, nos responde una breve entrevista y comparte una anécdota.
Andrés Baca Vela
Veracruzano que vivió 30 años de su vida cerca de la Calle Independencia, comparte una anécdota sobre el Veracruz de antes.
Un día en la Calle Independencia
Paseo por una de las calles más tradicionales del centro histórico de Veracruz.
La vida
en el centro
Anécdota
de: Mary Carmen Ugalde
En
aquella época Veracruz aún no estaba conectado como lo está hoy
con Boca del Río, por lo tanto casi todas tus actividades las realizaba uno
en el centro. Todo te quedaba cerca; en aquel entonces no había
plazas comerciales como el día de hoy, nuestros paseos eran hacia
el zócalo en el invierno y en el verano al malecón,
así como los fines de semana ir a la playa o a casa de alguna
amiga que tuviese alberca.
Cuando
uno salía al centro, ya fuera
a la papelería, a alguna tienda, zapatería,
etc, normalmente te encontrabas un amigo o amiga; a mi en una ocasión
se me ocurrió ir a una papelería con la toga (nos poníamos
unos tubos grandes en la cabeza y el cabello se hacía del lado
contrario a donde nos hacíamos la raya) y me encontré ese
día a muchos amigos y amigas, además iba sin pintura,
siempre me ponía rímel por ser tono de piel muy blanca.
Mis dos
mejores amigas, vivían en el centro también,
por lo tanto en las tardes nos juntábamos “disque a estudiar” pero
realmente era para cotorrear.
Solía tomar de regreso a casa cuando iba
en primaria y secundaria el tranvía, que aún existía.
El tranvía lo tomaba en la calle Independencia y una de dos, o te
ibas a dar todo el recorrido si era el tranvía Villa del Mar, y en
ocasiones con mis primos lo tomábamos en la calle de España
esquina Colón (aquel entonces España era doble
sentido) para ir a dar la vuelta en el tranvía y bajarnos de
nuevo en el mismo lugar donde lo habíamos tomado. Siempre nos gustaba
sentarnos atrás, porque la gente movía sus cabezas al
mismo ritmo del tranvía y nos causaba mucha risa, cosa que
desde luego también nosotros lo estamos haciendo en esos
momentos.
Recuerdo
un día saliendo de la zapatería “Ramón” llamada
así en ese entonces, ubicada en la calle Independencia, me caí y
casualmente pasaban unas amigas y ya me ayudaron a levantarme, morí de
risa en ese momento.
También
los sábados y domingos que íbamos al zócalo,
las muchachas caminábamos por la parte de adentro hacia un
sentido y los chicos por la parte de afuera en sentido contrario, dando vueltas
toda la noche (gran ejercicio) y cada vez que veías al chico que te
gustaba se saludaban nada más. Después se puso de moda
no dar vuelta, si no que los chicos estacionaban sus carros y nos poníamos
todos a platicar, en la calle Lerdo, hoy cerrada a un costado del Palacio
Municipal, o en la cuadra del Hotel Diligencias.
Fue época
divertida donde todos nos llevábamos, Veracruz era más
chico, se abrían y se cerraban cafeterías o restaurantes
de pizza que se volvían de moda en su momento y luego
desaparecían por la falta de clientes. Había una tienda en
Mario Molina, junto a la catedral donde vendían los mejores
raspados de grosella que en mi vida he probado, luego comenzaron a vender
paletas a las que llamaban “Percherones”, que eran más
grandes que las normales.
Lo recordaré siempre en mi memoria, aquellos momentos que me
llenaron de alegría alguna vez, esos años tan padres que no se olvidan fácilmente.